Lo resumiremos en pasos:

El primer paso es sencillo y tiene que ver con lo que pensamos de nosotros mismos, lo que nos decimos cada vez que algo sale mal. Si cuando esto pasa nos echamos la culpa y no nos damos una oportunidad para intentar de nuevo; estamos desmotivandonos progresivamente. La clave es cambiar las cosas negativas que pensamos de nosotros mismos y pensar en posibilidades en lugar de lo que salió mal, como mejorar la próxima vez.

El segundo paso es aumentar las razones para conseguir lo que queremos. Entre más ganas tengamos de algo, más vamos a esforzarnos por conseguirlo. Una forma de aumentar esto es hacer una lista de beneficios que nos traerá lograr el objetivo que queremos.

El tercer paso es ver todo como un aprendizaje. Sea que nuestros esfuerzos sean productivos o no, debemos ver que podemos aprender de cada situación a la que nos enfrentamos. De allí surgen las lecciones y como hacerlo mejor cada vez.